Repensar la vivienda: calidad de vida + eficiencia
Hoy, la mayoría de los compradores actuales ya no busca metros excesivos ni casas que exigen más mantenimiento del que aportan.
La demanda real se orienta hacia viviendas de 120 a 180 m², bien diseñadas, con criterios de eficiencia, confort y bajo costo operativo.
Casas que mejoran la calidad de vida y la eficiencia al mismo tiempo.
Viviendas que incorporan lo esencial:
- ventilación cruzada,
- aislaciones reales,
- materiales durables,
- bajo mantenimiento,
- luz natural bien resuelta,
- y una sola planta siempre que sea posible, porque es más práctica, más segura y más eficiente.
Y, sobre todo, viviendas que se adaptan a distintas etapas de la vida.
Tanto para un joven profesional que trabaja desde casa como para un adulto mayor que necesita accesibilidad y simplicidad sin resignar diseño.
Por eso, el programa que más sentido tiene hoy en el mundo es claro:
Dos dormitorios más un escritorio flexible.
Una tipología que permite teletrabajo, visitas, uso profesional, estudio o la posibilidad de transformarse en un tercer dormitorio.
Un espacio que se adapta sin esfuerzo y acompaña cada etapa.
Sin embargo, seguimos construyendo proyectos rígidos, sobredimensionados, difíciles de climatizar, con dos plantas innecesarias y estructuras que ya no representan a quienes realmente compran.
El mercado pide eficiencia, flexibilidad y confort.
Nosotros seguimos ofreciendo complejidad, costos y metros sin sentido.
¿Por qué seguimos construyendo en lo que ya no queremos invertir?
Quizás el camino sea volver a lo esencial:
diseños humanos, prácticos, económicos, luminosos y flexibles.
Casas que se habitan, no que se padecen.
Casas que acompañan la vida, no que la condicionan.