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Replanteando la vivienda para adultos mayores en Argentina: del aislamiento a la integración.

La semana pasada realizamos un articulo sobre la oportunidad de invertir en viviendas para adultos mayores (ver nota). Ahora bien en la Argentina, la tendencia ha sido desarrollar viviendas para adultos mayores en lugares apartados, bajo la idea de que la mejor solución es garantizarles comodidad y seguridad a través de espacios exclusivos. Sin embargo, esto ha derivado en un modelo donde muchos terminan viviendo en lo que podríamos llamar “peceras de lujo”: entornos perfectamente diseñados, pero desconectados del ritmo de la ciudad y de la comunidad en general.

Si bien estos desarrollos ofrecen infraestructura de calidad, y son parte de la solución, la falta de interacción con otras generaciones y la distancia de los centros urbanos generan un impacto negativo en el bienestar. El aislamiento no solo afecta la salud emocional, sino que también puede acelerar el deterioro cognitivo y físico.

Por otro lado, vivimos en un mundo donde la eficiencia en la planificación urbana es clave. Alejar a los adultos mayores no solo los perjudica a ellos, sino que también representa un desafío para las ciudades. La descentralización de servicios médicos, transporte y asistencia en zonas alejadas encarece la logística y fragmenta aún más el tejido urbano.

En Buenos Aires y otras grandes ciudades, el problema se intensifica porque la mayoría de los servicios esenciales, la actividad económica y cultural, e incluso los hospitales de mayor complejidad, están concentrados en el centro o en sus alrededores. Mientras tanto, el tráfico y el transporte público siguen siendo un obstáculo. En este contexto, si a los adultos mayores se los sigue alejando de los puntos de mayor actividad, terminan dependiendo de traslados constantes que complican su vida cotidiana.

A esto se suma otra realidad: los geriátricos tradicionales tienen costos cada vez más elevados y, en muchos casos, no son accesibles para la mayoría de las familias. Esto deja a un gran sector de la población sin opciones adecuadas, generando una brecha entre quienes pueden acceder a un servicio premium y quienes deben afrontar el envejecimiento con pocas herramientas.

Una alternativa viable: integración sin perder independencia

En otros países, se ha demostrado que los adultos mayores que conviven en entornos cercanos a jóvenes y espacios de actividad urbana tienen mejores indicadores de salud y bienestar. En España y los Países Bajos, por ejemplo, se han impulsado modelos donde se fomenta la interacción intergeneracional, lo que ha permitido reducir la depresión, mejorar la movilidad y mantenerlos activos por más tiempo.

En Argentina, el desafío no pasa necesariamente por forzar la convivencia en un mismo espacio, sino por redefinir dónde y cómo se construyen estos desarrollos. En lugar de alejarlos, la idea sería ubicar viviendas para adultos mayores en zonas con movimiento, donde puedan estar cerca de centros culturales, comerciales y educativos, sin perder privacidad ni independencia.

Esto no significa reemplazar el servicio geriátrico tradicional, que sigue siendo indispensable, sino crear una alternativa para aquellos que todavía pueden vivir de manera autónoma, pero con un entorno más amigable y conectado.

Desde Faraoni Desarrollos, entendemos que el futuro de la vivienda para adultos mayores no está en el aislamiento, sino en la integración. Nuestro enfoque está en desarrollar soluciones urbanas eficientes, que no solo mejoren su calidad de vida, sino que también optimicen la estructura de las ciudades, evitando la fragmentación y reduciendo los costos logísticos de llevar servicios esenciales a zonas alejadas.

En definitiva, pensar en nuevas formas de vivienda para adultos mayores no es solo una cuestión de comodidad, sino también de lógica urbana y social. Si el objetivo es mejorar su bienestar y, al mismo tiempo, hacer ciudades más funcionales, el modelo tradicional de alejamiento debería empezar a ser cuestionado.

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