Redes sociales ¿Visibilidad o ilusión?
Introducción
En la última década, las redes sociales se han convertido en una obsesión dentro del mercado inmobiliario.
Pareciera que si no estamos posteando, no estamos trabajando; que si no somos visibles en el feed, no existimos.
Pero ¿realmente tanto esfuerzo digital genera resultados concretos?
¿O nos estamos alejando de lo esencial: caminar la ciudad, observar con atención y generar confianza cara a cara?
Este texto es una invitación a mirar más allá de la pantalla y a repensar el verdadero valor de nuestro oficio inmobiliario, lejos de la urgencia por “estar presentes” todo el tiempo.
Datos duros que no podemos ignorar
51% de los compradores encuentran su propiedad en portales inmobiliarios especializados como Zonaprop, Argenprop o similares.
Solo 4% de las búsquedas provienen de redes sociales (Fuente: NAR).
En Argentina, el 85% de las búsquedas inmobiliarias comienzan en Google o en portales especializados, no en redes.
Costo promedio por clic en Facebook/Instagram: $50 a $120, con una conversión inferior al 0,5%.
¿Y qué papel juega la confianza?
90% de los consumidores confía más en recomendaciones personales que en anuncios (Nielsen).
77% de los compradores es más propenso a elegir un producto o servicio si un amigo o familiar lo recomienda.
7 de cada 10 personas toman decisiones basadas en la confianza, no solo en estrategias de marketing.
La confianza multiplica la fidelidad: los clientes que confían en una marca tienen hasta 6 veces más probabilidades de volver a comprar (Think with Google).
Conclusión:
Los clientes no solo eligen por visibilidad, eligen por confianza.
Las redes y la publicidad son herramientas. Pero el vínculo humano y la reputación profesional siguen siendo el eje central.
¿Qué dicen los pensadores sobre la hiperconectividad?
Byung-Chul Han – La sociedad del cansancio
“El exceso de positividad convierte la vida en un rendimiento constante, en el que cada uno se explota a sí mismo creyéndose libre.”
Las redes sociales empujan a agentes y marcas a producir sin pausa, confundiendo “hacer mucho” con “hacer bien”. La autoexplotación digital es el nuevo cansancio moderno.
Sherry Turkle – Reclaiming Conversation
“Nunca hemos estado más conectados y nunca hemos estado más solos.”
Creemos que la visibilidad en redes nos acerca a las personas, pero la falta de contacto real y conversación genuina nos aísla emocionalmente.
Jean Baudrillard – Cultura y simulacro
“Vivimos en un mundo donde lo real es sustituido por signos de lo real.”
Los renders y publicaciones perfectas crean una ilusión de realidad, alejándonos de la experiencia auténtica de conocer un barrio o una propiedad.
Pantallas sin reflejo
Creemos que monitoreamos el mercado desde la pantalla,
pero:
Es el mercado digital el que nos observa y condiciona a nosotros.
Monitorear no es lo mismo que comprender.
A veces, más que un monitor, necesitaríamos un espejo.
Para preguntarnos:
¿Cuánto tiempo de oro estamos perdiendo?
¿Qué estamos haciendo con nuestra vida profesional e inmobiliaria?
Volver a lo esencial
Menos tiempo posteando, más tiempo caminando.
Caminemos como un peregrino en búsqueda de su espiritualidad.
Observar, pensar, conectar con la ciudad real.
Porque en el fondo:
No vendemos propiedades, vendemos hogares.
¿Y las redes? ¿Y los renders?
Sí, las redes sirven.
Sí, los renders ayudan a imaginar y proyectar.
Pero:
No pueden reemplazar la experiencia real.
No pueden reemplazar la mirada técnica ni la relación humana.
Un render es una promesa, pero la visita a la propiedad es la confirmación.
¿Queremos ser realmente relevantes?
Si es así, entonces:
Compartamos contenido técnico y profesional.
Compartamos pensamiento crítico, aportes que inviten a reflexionar sobre el mercado y nuestra profesión.
Humanicemos la comunicación, mostrando historias, procesos y el lado real de nuestro trabajo.
En definitiva
No somos solo agentes inmobiliarios. Incluso cuando trabajamos con inversores, debemos estar técnicamente preparados tanto para ellos como para su cliente final:
Un inquilino que busca un hogar transitorio,
O un comprador que busca un hogar definitivo.
En todos los casos, intermediamos más que propiedades:
Somos intermediarios de hogares, de sueños y de historias.
Sobre los “seguidores”
El concepto de “seguidores” es, en sí mismo, una paradoja.
¿Son realmente personas que nos siguen?
¿A dónde nos siguen?
¿Vamos hacia donde van nuestros seguidores, o ellos hacia donde vamos nosotros?
En definitiva, ¿no estaremos todos girando en círculos dentro de una dinámica donde nadie conduce y nadie realmente sigue?
La hiperconectividad y la lógica de las redes transformaron la figura del líder en la figura del visible, pero la visibilidad no siempre implica dirección, propósito o profundidad.
Quizás la pregunta clave no sea cuántos nos siguen, sino si nosotros mismos sabemos hacia dónde vamos.
Cierre
Nietzsche, en Sobre la verdad y la mentira en sentido extramoral, desliza una frase contundente:
“No existen hechos, solo interpretaciones.”
Hoy, sin embargo, en la era digital, incluso nos estamos quedando sin la capacidad de interpretar.
La sobreexposición, la fatiga informativa y la obsesión por la visibilidad nos empujan a actuar sin reflexión y a operar sin comprender.
Estamos tan atrapados en el flujo constante de información que confundimos la actividad con el conocimiento, y la presencia online con la verdadera conexión.
Volver a lo esencial es recuperar la capacidad de interpretar lo que vemos y escuchamos en la ciudad real.
La interpretación más valiosa sigue siendo la que ocurre fuera de la pantalla:
En la calle,
En la charla con el vecino,
En la escucha al cliente,
En la observación de la luz sobre una fachada o la vida en un barrio.
Ser visibles no es suficiente. Hay que ser relevantes y humanos.
Fotos de portada
Formas únicas de continuidad en el espacio (Izquierda)
Umberto Boccioni, 1913
Escultura icónica del futurismo italiano. Representa el dinamismo y la energía del cuerpo humano en movimiento, desafiando la rigidez de las formas tradicionales y proyectando la figura hacia el espacio. Una metáfora visual perfecta para cuestionar la aceleración y la fragmentación del presente.
El hombre que camina (Derecha)
Alberto Giacometti, 1960
Escultura emblemática del existencialismo y la soledad moderna. Representa la fragilidad y la determinación del ser humano en su desplazamiento por el mundo. Un símbolo de la búsqueda silenciosa y la introspección frente a la inmensidad del entorno.
Entre la prisa y la contemplación, estas obras sugieren la paradoja de nuestro tiempo: avanzar sin ver, comunicar sin escuchar.